miércoles, 19 de enero de 2011

LA PROCESION

Y tras el Santo Rosario, la espera de que se produzca el salto de la reja. Desde la tarde del Domingo de Pentecostés se especula sobre la hora en que los jóvenes almonteños saltarán el cancel que delimita el presbiterio donde se encuentra el paso de la Virgen, momento que la tradición marcaba que fuera al alba del Lunes de Pentecostés y que, con el tiempo, se viene dando entre las dos y las cuatro de la madrugada.

Nunca se ha de preguntar a qué hora será el salto de la reja pues la respuesta que se encontrará es "cuando quiera la Señora".

La procesión en sí misma es atípica. Queda lejos de ser la imagen de un cortejo tipo en el que figuran insignas, personas guardando un perfecto orden en la comitiva y, como en muchos casos, acompañando a la imagen de la Virgen una banda de música.

Nada más lejos de la realidad. El paso de la Virgen es portado por muchos que se acercan a él; siempre hay lugar para esa persona que quiere llevar la imagen de la Virgen y, a la voz de "una promesa" se va haciendo un singular pasillo para poder acceder al paso. No hay horarios preestablecidos en su recorrido pues ahora el tiempo lo marca Ella y Su Hijo, el Pastorcito Divino, que como El mismo dijo, El es el Tiempo: el principio y el fin.

El interminable repique de las campanas que proviene de la Ermita y de las espadañas de las casas de las distintas hermandades avisará desde muy temprano que la procesión comenzará y este sonido inundará la aldea hasta la entrada de La Reina de las Marismas bien entrado el mediodía del lunes.

Ella irá visitando todos los Simpecados de las Hermandades. Primero se acercará a la marisma del Coto de Doñana que se encuentra al pié de la Ermita quizá en recuerdo de todos sus hijos rocieros que ya no se encuentran entre nosotros pero que disfrutan de la Vida Eterna junto al Padre Celestial. Y en la mañana del Lunes, los primeros rayos del Sol iluminarán el rostro de la Señora que reluce, con el frescor de la mañana, en toda su belleza inigualable y hasta el mediodía del lunes se paseará entre el Valle que forman sus hijos.

Y cuando se acerca a cada Simpecado, el rezo de la Salve que sirve de cauce extraordinario de espiritualidad cristiana para hablar con la Virgen. Curioso es el ver al capellán de cada hermandad con sus manos extendidas hacia la imagen de la Señora llevando el rezo y subido en los hombros de algunos de los miembros de cada hermandad. Ellos peregrinaron por Ella y ahora es Ella la que les da las gracias visitando a los peregrinos: la comunión en estado puro entre la Madre de Dios y sus hijos.

FUENTE:PRTALROCIERO

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